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Por: PROESACentro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud – Universidad ICESI

Un pensamiento promovido, incluso por algunos gobernadores, es que se deben consumir más bebidas alcohólicas para financiar el sistema de salud. Si bien en Colombia existen impuestos que gravan este consumo y parte del recaudo se destina al sector salud, esta idea no contempla todos los costos económicos, sociales y ambientales derivados de dicho consumo. Anualmente, el alcohol es responsable de la muerte de más de 10 mil colombianos. En términos económicos, los problemas asociados a su consumo cuestan como mínimo el 1.5% del PIB. Es un catalizador de violencia y genera muchos más problemas que no suelen tenerse presentes en el imaginario colectivo.

Los impuestos al alcohol son una de las medidas con mayor respaldo científico para reducir su consumo y, con ello, los daños asociados. Sin embargo, en Colombia estos impuestos no están diseñados con ese objetivo. Su estructura varía según el tipo de bebida y las tarifas no son lo suficientemente altas como para generar un efecto disuasorio significativo. Un ejemplo claro de esta realidad se encuentra en el estudio publicado por el Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud (PROESA) de la Universidad Icesi y la Fundación Valle del Lili, donde se analiza la evolución del recaudo de los impuestos a las bebidas alcohólicas entre 2012 y 2024, con un enfoque territorial.

El estudio muestra que el consumo de alcohol en el país ha crecido en los últimos años, de hecho, el dato más reciente corresponde al mayor nivel registrado, pero que los recaudos asociados a este consumo representan una proporción cada vez menor dentro de los ingresos departamentales. En el caso de la cerveza, la bebida alcohólica más consumida, mientras que el consumo creció cerca del 50% en los últimos doce años, el recaudo por litro apenas aumentó un 13%. En el caso de los licores, a pesar de que el consumo también aumentó, el recaudo por litro disminuyó. Así, se evidencia que el diseño tributario actual no capta adecuadamente la dinámica del mercado ni cumple su potencial preventivo y recaudatorio.

Cuando se propone una reforma a los impuestos al alcohol orientada por objetivos de salud pública, suele surgir la pregunta sobre su impacto económico, en especial sobre el empleo. Otro estudio de PROESA se dedica a analizar este aspecto. Se estima que el sector de bebidas alcohólicas en Colombia tiene 471.518 empleados. De estos, el 96% se concentra en actividades comerciales y apenas el 4% en la manufactura. Además, el 88.2% de estos trabajadores no cotizan pensión, lo que indica una alta informalidad, especialmente en el comercio. El estudio también evalúa el posible impacto de un rediseño del impuesto que iguale la estructura tributaria entre tipos de bebidas y aumente las tarifas actuales. Debido a limitaciones de información, el análisis se enfoca únicamente en el sector manufacturero. Los resultados muestran que un aumento del impuesto podría generar una disminución de empleo en la producción de bebidas alcohólicas en el corto plazo. Sin embargo, al considerar la inversión del recaudo adicional en sectores como salud o educación, el efecto neto para la economía sería positivo: se generarían más empleos de los que se podrían perder, incluyendo oportunidades para absorber a quienes salgan del sector afectado. A esto se suman beneficios no cuantificados como la mejora en salud, el aumento de la expectativa de vida, la productividad laboral, y el incremento en el ingreso disponible de los hogares para otros bienes y servicios.

Otra preocupación habitual es cómo se verían afectadas las rentas departamentales. Los impuestos al alcohol son rentas cedidas, lo que significa que su administración y fiscalización recaen en los departamentos. Pero como se señaló previamente, el peso relativo de estos impuestos dentro del ingreso departamental ha disminuido. El estudio de PROESA también señala que la renta por monopolio, que obtienen algunos departamentos por controlar la producción y comercialización de licores, ha crecido en participación, e incluso hay gobernaciones que han optado recientemente por activar este mecanismo de financiación. Si bien esta fuente podría verse afectada por una disminución en el consumo, los recaudos adicionales provenientes del impuesto al consumo compensarían esa pérdida. A nivel nacional, el efecto neto sería un aumento en los ingresos fiscales.

En conjunto, los dos estudios de PROESA ofrecen evidencia independiente y libre de conflicto de interés que sustenta la necesidad de avanzar hacia un rediseño de los impuestos a las bebidas alcohólicas orientado por criterios de salud pública y justicia fiscal. Los resultados muestran que muchos de los argumentos usados para oponerse a esta medida no tienen sustento empírico. Reformar estos impuestos no significa perder empleo ni desfinanciar a los departamentos. Por el contrario, puede traducirse en más salud, más recursos y una economía más dinámica.

El gobierno nacional, de la mano de la academia y con respaldo de la sociedad civil, debería intensificar sus esfuerzos por implementar una política fiscal que contribuya a disminuir el consumo nocivo de alcohol. Solo así podremos prevenir muchos de los daños que hoy padecemos y, al mismo tiempo, contar con recursos sostenibles para enfrentar los desafíos sociales y económicos del país.

 

Preocupación en Colombia: desde los 13 años se inicia el consumo de alcohol, una amenaza creciente para el desarrollo individual y colectivo

 
Tim Stockwell, Instituto Canadiense para la Investigación del Uso de Sustancias, Universidad de Victoria
  • El consumo de alcohol comienza en promedio a los 13 años en Colombia o incluso antes, una etapa clave del desarrollo cerebral, según el Ministerio de Salud y Protección Social y el Estudio Nacional de Consumo en Población Escolar (2022).
  • El alcohol es el principal factor de riesgo de muerte prematura en personas de 15 a 49 años, asociado a más de 200 enfermedades, entre ellas lesiones, cáncer y problemas cardíacos. Está vinculado a cerca de 000 muertes anuales en el país y en las Américas supera en un 40 % el promedio mundial.
  • La problemática global del alcohol no solo afecta a quienes lo consumen sino también al entorno, que se refleja en el aumento del riesgo de accidentes, violencia, baja productividad, impacto ambiental y pérdidas económicas en las familias y en la sociedad.
  • La iniciativa SAFER, de la Organización Mundial de la Salud, propone cinco intervenciones costo-efectivas para proteger a la población a través de la prevención de los daños del alcohol, entre ellas, restringir la publicidad, aumentar impuestos y mejorar el acceso a tratamientos.

El Ministerio de Salud y Protección Social dio a conocer preocupantes cifras sobre el consumo de alcohol en Colombia durante el Foro Internacional Prevención de los daños del alcohol en el marco de la iniciativa SAFER, realizado en Bogotá este mes de noviembre. El evento fue organizado por la Organización Panamericana de la Salud – Colombia, la Fundación Anáas y Movendi internacional, con el apoyo de socios nacionales como el Ministerio de Salud y Protección Social, Red Papaz, el Instituto Nacional de Cancerología y el Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud – PROESA, en el marco del proyecto RESET Alcohol Colombia.

Según el viceministro de Salud Pública y Prestación de Servicios, Dr. Jaime Urrego, el consumo de alcohol en el país comienza, en promedio, a los 13 años, una etapa crítica en la que el cerebro aún está en desarrollo. Los niños, niñas y adolescentes son la población más vulnerable ante las tácticas publicitarias de la industria de bebidas alcohólicas que buscan captar nuevos clientes para sus productos.

En Colombia, cada año mueren aproximadamente 10.000 personas debido al consumo de alcohol, según datos de la Organización Mundial de la Salud – OMS y el DANE. Además, el 54,6% de la población entre los 12 y 65 años reportó haber consumido bebidas alcohólicas en el último año[1]. Estas cifras son especialmente preocupantes en un país donde el acceso al alcohol es fácil y asequible. Por ejemplo, con un salario mínimo, se pueden comprar hasta 236 litros de cerveza[2], lo que facilita el consumo excesivo.

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[1] NCD Alliance Global Alcohol Policy Alliance Healthy Latin America Coalition Health Caribbean
Coalition. (2020). https://ncdalliance.org/taxonomy/term/1027
[2]  Norman Maldonado, Juan Camilo Herrera, Blanca Llorente, Alejandro Marín (2023). Impuestos a Bebidas Alcohólicas en Colombia. Políticas en Breve No. 10. PROESA - Centro de Investigación en Protección Social y Economía de la Salud, Universidad Icesi. ISSN 2256-4063 (en línea). DOI: 10.18046/EUI/ProPB10. Disponible en: https://repository.icesi.edu.co/biblioteca_digital/bitstream/10906/108033/3/maldonado_impuestos_bebidas_2023.pdf

 

Según el Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud – PROESA, señala que en Colombia se consumen 4 litros de alcohol puro al año por persona mayor de 15 años, un nivel más alto que el de varios países de la región y el 95% de este consumo se concentra en la cerveza, cuyo precio es cada vez más asequible para la población hasta el punto de evidenciarse que es más económica una lata de cerveza que una bolsa de leche.

Un problema de salud pública y desarrollo en aumento

El alcohol es el producto tóxico, cancerígeno y psicoactivo que afecta a más personas en el mundo[3] . Es el principal factor de riesgo de muerte prematura y discapacidad en personas de 15 a 49 años[4] . Más de 200 enfermedades están asociadas a su consumo, incluyendo diversos tipos de cáncer, hipertensión, enfermedades cardíacas graves, traumatismos, enfermedades digestivas, infecciosas y enfermedades mentales[5] . La representante de la OPS en Colombia, Gina Tambini, destacó que en las Américas, cada 10 segundos muere una persona debido al alcohol, un consumo que es 40 % superior al promedio mundial.

Ningún nivel de consumo de alcohol es seguro para la salud; por el contrario, incluso cantidades pequeñas pueden causar daño

Expertos internacionales que participaron en el Foro SAFER, como Tim Stockwell, director del Instituto Canadiense de Investigación sobre el Uso de Sustancias, desmintieron las afirmaciones de la industria que sugieren que el consumo moderado tiene beneficios para la salud. «Cualquier nivel de consumo de alcohol puede tener efectos negativos significativos, como aumentar el riesgo de cáncer de mama, esófago y cabeza y cuello», destacó Stockwell.

La exposición de niños y jóvenes al alcohol

La publicidad de las bebidas alcohólicas desempeña un papel crucial. Maik Dünnbier, invitado al Foro SAFER, director de estrategia de Movendi International, organización experta en prevención de daños del alcohol en el mundo, explicó que la exposición a las campañas de las bebidas alcohólicas acelera el inicio temprano del consumo y fomenta patrones de alto riesgo en jóvenes como trastornos por consumo de alcohol en la adultez, aumentar el riesgo de accidentes, violencia, bajo rendimiento académico y embarazos no deseados. “La industria del alcohol dirige agresivamente su marketing hacia menores, garantizando así una base de consumidores fieles que sostenga sus ganancias, a pesar de los daños evidentes a la salud pública”, afirma.

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Universidad Icesi. ISSN 2256-4063 (en línea). DOI: 10.18046/EUI/ProPB10. Disponible en: https://repository.icesi.edu.co/biblioteca_digital/bitstream/10906/108033/3/maldonado_impuestos_bebidas_2023.pdf
[3] Movendi Internacional. (s.f.). Alcohol and cancer: https://movendi.ngo/the-issues/alcohol-facts/alcohol-cancer/
[4] Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME). (2024). GBD Results Tool. Recuperado de https://vizhub.healthdata.org/gbd-results/
[5] World Health Organization. Global status report on alcohol and health and treatment of substance use disorders, Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2024, Disponible en: https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/377960/9789240096745-eng.pdf?sequence=1 [Internet].

 

Una solución: la iniciativa SAFER[6]

La Organización Mundial de la Salud – OMS propone cinco intervenciones costo-efectivas para prevenir los daños relacionados con el alcohol, conocidas como SAFER. Estas estrategias de prevención enfatizan la protección de las políticas de salud pública frente a la interferencia de la industria del alcohol, además destacan la importancia de contar con un sistema de vigilancia robusto y sostenible que garantice la rendición de cuentas y el monitoreo de las siguientes intervenciones:

  1. Restringir la disponibilidad de alcohol.
  2. Aplicar y hacer cumplir las leyes contra la conducción bajo los efectos del alcohol.
  3. Ampliar el acceso a tamizajes, intervenciones breves y tratamientos.
  4. Prohibir o restringir la publicidad y el patrocinio de alcohol.
  5. Aumentar los impuestos y precios a las bebidas alcohólicas.

El Dr. Guillermo Paraje, economista chileno de la Universidad de Cambridge, destacó que aumentar los impuestos al alcohol salva vidas, reduce costos en salud pública y frena el inicio del consumo en niños y adolescentes. “El incremento del precio, derivado de un mayor impuesto, tiene un efecto sustancial en la probabilidad de que niños y niñas comiencen a consumir alcohol o retrasen el inicio”, asegura.  El Ministerio de Salud y Protección Social señaló que esta medida podría evitar 1.700 muertes en Colombia tan solo en el primer año.

RESET, un compromiso por la salud, el desarrollo individual y colectivo de los colombianos

Este año, Colombia se suma a la iniciativa global RESET, liderada por organizaciones como el Ministerio de Salud y Protección Social, la Fundación Anáas, Red Papaz, el Instituto Nacional de Cancerología y PROESA, con el respaldo de la OPS/OMS. RESET busca promover políticas públicas efectivas basadas en evidencia científica para proteger especialmente a niños, adolescentes y jóvenes de los daños del alcohol.

  

 

Más información para medios de comunicación:

Agencia Shakti Comunicaciones
Claudia Marcela González / Cel. 315 6713469
direccion@shakticomunicaciones.com

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[6] Organización Panamericana de la Salud, Paquete técnico SAFER: https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/51867/9879275321959_spa.pdf?sequence=5&isAllowed=y

Repositorio: PRESS KIT

Impuesto al alcohol en Colombia: urge una modificación

Por:

Guillermo Paraje, Ph.D en Economía de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.

No hay consumo de alcohol saludable. Contrariamente a lo que, por años, la industria del alcohol intentó instalar en la opinión pública, la evidencia científica muestra que todo consumo de alcohol tiene amplios efectos negativos sobre la salud. Se ha establecido que está directamente relacionado con la demencia (1) con numerosos tipos de cánceres (2) y con enfermedades cardiovasculares (3). La cantidad de evidencia al respecto es abrumadora.

Partiendo de las fracciones atribuibles a alcohol publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el 2019 en Colombia, y con base en las muertes reportadas en el país por el DANE, en Colombia mueren anualmente alrededor de 10 mil personas a causa del consumo de alcohol. Según el estudio global de carga de enfermedad de la Universidad de Washington, esta es la principal causa de muerte entre los hombres de 15-49 años y la segunda en la población total de este rango de edad.

En Colombia una de cada dos personas consume alcohol al menos una vez al año, y el promedio de consumo es de 11,7 litros de alcohol puro entre quienes beben (el equivalente a unos 220 litros de cerveza). Naturalmente, ese consumo no se reparte de manera pareja a lo largo del tiempo, sino que se concentra en pocos días (y hasta horas).

En estudios realizados en países comparables a Colombia (Chile, por ejemplo), se ha encontrado que el costo social del consumo de alcohol (que incluye gastos directos para atender enfermedades causadas por el alcohol, muertes prematuras, costo de la violencia generada, etc.) equivale a cerca del 2% del PIB, siete veces más de lo que Colombia invierte en, por ejemplo, Investigación y Desarrollo.

Una de las herramientas más costo-efectiva para reducir el consumo de alcohol es el impuesto. Aumentar el impuesto al alcohol salva vidas, ahorra recursos y produce una asignación económica más eficiente, lo que puede tener impacto en el crecimiento económico. El incremento del precio, por aumento del impuesto, tiene un efecto sustancial sobre la probabilidad de que niños y niñas comiencen a consumir alcohol o que retrasen ese inicio, lo que alteraría su patrón futuro de consumo (mientras más tarde empiecen, menos nocivo es el patrón de consumo). Se ha estimado a nivel global que un incremento del 10% en el precio del gramo de alcohol etílico (producto de un aumento impositivo, por ejemplo), reduciría la cantidad demandada en un 4-6%.

Es importante no sólo aumentar el impuesto sino que dicho impuesto tenga una estructura adecuada para lograr diversos objetivos deseables. El primer objetivo es que el precio del alcohol refleje los costos sociales de su consumo. Esto incluye los costos privados (de producción y distribución, por ejemplo), pero también aquéllos que involucran costos sobre terceros (por accidentes de tránsito, violencia, etc.), costos por pérdida de capital humano (por ejemplo, la educación en que la sociedad invirtió), costos por pérdida de productividad (por ausentismo), los costos en atenciones médicas relacionadas al consumo de alcohol, etc.

Dado lo anterior, si lo que causa el perjuicio social es la cantidad de alcohol etílico que se consume (que es lo que, finalmente, causa la intoxicación de lo que se derivan los costos sociales), lo que se debe gravar es la cantidad de alcohol etílico contenida en la bebida. Y para ello se necesita un impuesto específico por gramo de alcohol etílico (cada 100 ml o unidad equivalente). Esto causa, a priori, dos cosas: 1) que el precio relativo de las bebidas con menor graduación alcohólica baja respecto de las que tienen mayor alcohol, por lo que tienden a ser elegidas por los consumidores; 2) que los productores tienden a reformular sus productos para bajar el contenido de alcohol y pagar menos impuestos. En todo caso, un impuesto como este baja el consumo de alcohol en la población.

El segundo objetivo es que la recaudación del impuesto sea simple, barata y eficiente. Si el impuesto es ad-valorem, es decir, un porcentaje del precio del producto, este debería cobrarse sobre el precio final, para garantizar una mayor carga tributaria. Por otra parte, si es específico, debería ser cobrado a los productores pues la administración del recaudo sería más simple y eficiente, sin que se vea afectado el valor recaudado.

En el caso de Colombia, el impuesto a las bebidas alcohólicas no parece cumplir con ninguno de los objetivos planteados. Primero, es un impuesto que no tiene una lógica sanitaria ni económica ya que grava de manera diferente a productos que pueden tener igual contenido de alcohol, y por tanto igual nivel de riesgo para la salud pública.

Por ejemplo, el contenido de alcohol en vinos se grava a una menor tasa que en los aguardientes; además, la tasa del impuesto ad valorem también es diferencial, favoreciendo a los vinos. ¿Es razonable creer que producen un daño diferente? Segundo, es una estructura impositiva compleja, que mezcla impuestos específicos (una cierta cantidad de pesos colombianos por grado alcohólico) con impuestos ad-valorem (un porcentaje del precio). Estos últimos “castigan” el valor de lo que se compra antes de su graduación alcohólica, de forma de que una bebida con menor graduación alcohólica podría terminar con una carga impositiva mayor a otra con más alcohol. Adicionalmente, aumenta el costo de recaudar los impuestos y de fiscalizar su pago.

Colombia necesita mejorar su sistema tributario respecto del impuesto al alcohol. Debe ser simplificado y racionalizado. Los beneficios de ello serán de manera inmediata una mayor recaudación y, lo que es más importante, una mejor salud para la población, con el impacto que esto tendría en gastos sanitarios y bienestar social.

 

Sobre Guillermo Paraje: es Ph.D en Economía de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.

Profesor titular de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile). Ha sido consultor de la Organización Mundial de la Salud, Banco Mundial, PNUD, UNICEF, CEPAL, Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros. Es investigador en economía de la salud (equidad en salud, sistemas de salud, políticas económicas para el control de enfermedades no transmisibles) en países en desarrollo.

En 2018 la Organización Mundial de la Salud, región de las Américas le otorgó el Premio Día Mundial sin Tabaco por sus contribuciones a la economía del control del tabaco. Es un Miembro Internacional Distinguido del Comité Consultivo de Evaluación Global del Programa de Investigación Global en Alimentación de la Universidad de North Carolina (Chapel Hill).

¡Lo que dice la ciencia!

Nombre del articulo Enlace / Institución
Alcohol Organización Mundial de la Salud
Alcohol Organización Panamericana de la salud
Alcohol Instituto Nacional contra el abuso del alcohol y el Alcoholismo Estados Unidos
Enfermedades no transmisibles Alianza Mundial para la Enfermedades no transmisibles
750 000 casos de cáncer en el mundo por consumo de alcohol en 2020 Instituto Nacional Del Cáncer Estados Unidos
El alcohol y el cáncer Centro para el control y prevención de enfermedades CDC
Alcohol y riesgo de cáncer Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos
Alcohol and Cancer: the American Society of Clinical Oncology National Library of Medicine:  Pub Med
Efectos del alcohol en sobrevivientes del cáncer Movendi International
6 Reasons Why New WHO Comment on Health and Cancer Risks From Low Dose Alcohol Movendi International
Relación entre el consumo de alcohol y el cáncer Universidad de Salamanca
Tabaco, alcohol y su efecto sobre el riesgo de desarrollar cáncer Revista Chilena de pediatría
Efecto del alcohol y sus metabolitos en el cáncer de pulmón Revista de Medicina Clinica

Aumenta la presión para que las grandes tabacaleras paguen

¡Necesitamos comida, no tabaco!

Un nuevo análisis pone de relieve el coste del cultivo del tabaco en el Día Mundial Sin Tabaco

25 años después de que las grandes tabacaleras se vieran obligadas a pagar cientos de miles de millones de dólares estadounidenses, las demandas judiciales como el caso histórico de Brasil de 2019 avanzan en todo el mundo para hacer que la industria pague por los daños a la salud pública.

De acuerdo con el tema de este Día Mundial Sin Tabaco, «necesitamos comida, no tabaco», un nuevo análisis de Corporate Accountability examina los costos adicionales de la producción de tabaco. Entre sus hallazgos, el cultivo de tabaco desvía suficiente tierra para alimentar a 40.000 personas en un solo mercado importante para esta industria mortal.

«Las grandes tabacaleras imponen costos asombrosos a las personas y al planeta, desde la semilla hasta la adicción. Estos son costos que la industria, no los agricultores, ni los contribuyentes, ni nuestras familias, deberían asumir. Es imperativo que los países responsabilicen financieramente a la industria por sus daños”, dice Jaime Arcila, investigador de la campaña para el control de tabaco de Corporate Accountability.

Como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), vastas extensiones de tierra se convierten en cultivos de tabaco cada año, lo que deforesta cientos de miles de hectáreas.  Su cultivo es químicamente intensivo, agota la salud del suelo, contamina el agua potable y representa graves amenazas para la salud de los trabajadores agrícolas.

Al revisar las bases de datos del gobierno mexicano, Corporate Accountability encontró que en uno de los mercados importantes de productos de tabaco de América Latina:

  • Un área de más de 10.000 campos de fútbol está dedicada al cultivo de tabaco.
  • Esta zona genera emisiones de CO2 equivalentes a las de 20.000 coches al año.
  • Y se requiere suficiente agua para satisfacer las necesidades de más de 5 millones de personas para producir productos que anualmente causan alrededor del 10 por ciento de las muertes en el país.

Los costos de oportunidad sustanciales de esta escala de producción de tabaco en lugar de cultivos como el maíz pueden ser evidentes. Pero hay aún más costos que las grandes tabacaleras hasta ahora han podido mantener fuera de su contabilidad, como el costo de los contribuyentes de deshacerse de los productos de desecho de la industria, como los filtros de cigarrillos, o restaurar el hábitat contaminado por la escorrentía agrícola.

“En México, a pesar de sus recientes avances en políticas públicas, la industria tabacalera sigue matando a más de 60,000 personas cada año y utiliza al país como terminal de exportación de muertes y enfermedades en toda América Latina.  Las grandes tabacaleras deben pagar por la pobreza, el hambre, las enfermedades y la contaminación que nos ha cargado», dice Erick Antonio Ochoa, Director Ejecutivo de Salud Justa.

En cuanto a Colombia, “es indudable el éxito de la implementación de medidas como los ambientes libres de humo y un avance parcial en los compromisos de subir el impuesto a cigarrillos. Hoy el país tiene los menores registros de consumo de nicotina en su historia”, afirma Blanca Llorente Directora de Investigación de la Fundación Anáas. Advierte no obstante que, “los costos ambientales y sociales continúan en niveles insostenibles: 34 mil muertes al año atribuibles al tabaco, y generación de desechos tóxicos presentes en los 5 mil millones de colillas que contaminan nuestros suelos y agua, sin mencionar los daños ambientales y de salud emergentes por cuenta de los cigarrillos electrónicos”.

Expertos como Blanca Llorente en Colombia y Erick Antonio Ochoa en México se unen a un llamado global para hacer que las grandes tabacaleras paguen por sus daños en el período previo a las principales conversaciones sobre el tratado del tabaco este noviembre en Panamá. En este foro, los países tendrán la oportunidad de avanzar en uno de los artículos más vitales, pero más descuidados, del tratado, el artículo 19. El artículo proporciona un marco para que los países responsabilicen legalmente a la industria tabacalera por sus múltiples daños.

Actualmente, pocos países se acercan a recuperar los costos totales impuestos por la industria tabacalera cada año.  Por ejemplo, según la investigación de Corporate Accountability, México solo recupera alrededor de 1/4 de los costos anuales de las grandes tabacaleras para la sociedad.  El panorama se vuelve aún más sombrío cuando se consideran los costos históricos totales impuestos durante más de un siglo de producción en masa.

Los altos costos de la industria para el medio ambiente también se están comprendiendo mejor y están atrayendo un mayor escrutinio.  Esta semana, en las negociaciones del tratado sobre plásticos en París, los defensores del control del tabaco destacan cómo las colillas de cigarrillos son la basura plástica de un solo uso, tóxica y más generalizada del planeta, lo que cuesta a los gobiernos más de $ 20 mil millones al año.

El statu quo es anti-desarrollo económico en su peor expresión. Privatización de la ganancia y socialización de los costos. Desde México hasta India y Nigeria, hemos terminado con el bienestar de la industria tabacalera y estamos listos para un nuevo régimen que emplea a trabajadores agrícolas en trabajos seguros y bien remunerados que alimentan a las naciones”, dijo Philip Jakpor, Director de Programas de Corporate Accountability and Public Participation África.

¿Por qué estamos pagando, con nuestros impuestos, salud, nuestras vidas y nuestro planeta, para sostener una industria tan letal? ¿Por qué nuestros gobiernos se ven obligados a pagar millas de millones de dólares para abordar esta epidemia totalmente prevenible? Te invitamos a firmar la petición aquí:

🚨Te invitamos a firmar la petición AQUÍ: 👉 ¡Que las tabacaleras paguen!

“Hay que legislar sobre los cigarrillos electrónicos o vapeadores para proteger a niños y jóvenes de Colombia”, insisten organizaciones civiles y científicas

  • Organizaciones civiles y científicas piden al Congreso de la República, de manera prioritaria, aprobar el Proyecto de Ley que promueve la implementación, por primera vez en la historia del país, del impuesto a los cigarrillos electrónicos o ‘vapeadores’ y que se triplique el impuesto al tabaco, medidas que evitarán una lluvia de amenazas en la salud, la economía y el medio ambiente de Colombia.
  • No cabe duda que los cigarrillos continúan causando la mayor parte de los costos de la epidemia del tabaco, pero la alerta en estos últimos años está en la legislación de los cigarrillos electrónicos o ‘vapeadores’, los cuales hoy en día, debido a la nula regulación de estos dispositivos, son muy asequibles para niños y jóvenes, público objetivo de la industria para atraer a nuevos clientes.
  • Todos los productos de tabaco son nocivos, incluidos los que producen aerosol distinto al humo, como los cigarrillos electrónicos. Al exponer al consumidor a más de dos mil sustancias químicas, entre ellas nicotina, se aumenta el riesgo de enfermedades graves como el cáncer y enfermedades cardiovasculares.
  • El Proyecto de Ley 274/2022 de Cámara, que aún está pendiente de debatirse en la Comisión Tercera de la Cámara de Representantes, es cada vez es más urgente porque, cada día que pasa, la industria del tabaco provoca en el país: la muerte de 88 colombianos a diario, gastos anuales al sistema de salud por 17 billones de pesos, más de 5 millones de colillas que caen a ríos y mares cada año, y el incremento del número de consumidores, especialmente de niños y jóvenes. La preocupación aumenta pues, de no debatirse este Proyecto de Ley, la propuesta quedará archivada.
  • Según la evidencia científica y libre de interés, de implementarse estas medidas tributarias, en Colombia se salvarán 445 mil vidas, se generará un billón de pesos adicional, que se pueden invertir en programas de salud y desarrollo; se logrará que un millón de personas dejen de fumar, se cuidará el medio ambiente y a los animales de compañía y, principalmente, se protegerá a niños y jóvenes.
  • Esta es una medida poderosa para avanzar en varias de las metas del recién aprobado Plan Nacional de Desarrollo, tales como disminuir la pobreza, y reducir las horas de cuidado no remunerado de personas con discapacidad. Además, aumenta el impacto de la inversión en educación que es otra de las grandes apuestas del Plan.

Organizaciones civiles y científicas reiteran a los congresistas de la Comisión Tercera de la Cámara de Representantes sobre las graves consecuencias que tiene la problemática del tabaquismo en Colombia, y pedirán que se implemente el nuevo impuesto a los cigarrillos electrónicos o ‘vapeadores’, y que se triplique el impuesto al tabaco.

El estudio, discusión y votación en primer debate el Proyecto de Ley No. 274 de 2022 de la Cámara de Representantes, el cual fue programado para este miércoles 17 de mayo, nuevamente fue aplazado. Esta propuesta busca crear “medidas fiscales de prevención en salud pública en materia de tabaco, derivados sucedáneos o imitadores y se dictan otras disposiciones».

La medida es apoyada por la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas, la cual representa 64 sociedades médicas del país, la Sociedad Colombiana de Neumología de Tórax, la Fundación Anáas, la Liga Colombiana Contra el Cáncer, la Fundación del Corazón, el Instituto Nacional de Cancerología, Red PaPaz, la Sociedad Colombiana de Medicina Familiar – SOCMEF, el Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud de la Universidad Icesi – PROESA, Educar Consumidores, Diversidad Rural, entre otros. Además, el Ministerio de Salud y Protección Social emitió un concepto favorable del mismo texto cuando se presentó como proposición durante la reforma tributaria (ver concepto oficial de MinSalud aquí: https://bit.ly/3W9nioQ).

La industria se opone a través de sus aliados de manera insistente a las medidas de aumento de impuestos, porque conoce su efectividad para reducir el consumo, sobre todo entre los jóvenes. Las tabacaleras ocultan una verdad que requiere de medidas inmediatas: si por causa del cigarrillo mueren 8 millones de personas cada año en el mundo, entonces las tabacaleras deben encontrar, permanentemente, nuevos clientes para suplir la demanda del producto. Estos potenciales clientes son las niñas, niños y los jóvenes, quienes son más vulnerables a la publicidad de la industria que además se valió de una abrupta bajada del precio de los vapeadores en un 400% en los últimos dos años, y de la nula regulación, para facilitar el acceso a estos productos.

La propuesta recomienda, en cuanto a tarifas de impuestos:

Para los cigarrillos convencionales: aumentar el impuesto específico de $ 3.263 por cajetilla de 20 unidades a $ 8.400 por cajetilla de 20 unidades en 2023, actualizar esta tarifa anualmente, de acuerdo con el IPC más 4 puntos porcentuales (18) y mantener el porcentaje actual de ad valorem para productos de tabaco (19).

Para los cigarrillos electrónicos o ‘vapeadores’: crear una tarifa ad valorem de 150% para los sucedáneos o imitadores de productos de tabaco, que incluye nuevas formas de consumo de nicotina como los Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina (SEAN); y monitorear los indicadores de asequibilidad para responder a cambios en precios y aumentos en capacidad de compra con ajustes del impuesto.

Impacto del consumo de tabaco en Colombia

Son más de 34 mil colombianos que mueren cada año por esta causa, y 200 enfermedades que se generan por el consumo de estos productos. El 80% de las enfermedades no transmisibles son prevenibles, controlando factores de riesgo como el tabaquismo, pero se requieren de medidas audaces para lograrlo, en su mayor parte, de políticas que no dependen del sector salud, como los impuestos.

No solo la salud recibe las consecuencias del tabaquismo. En términos económicos y costos sanitarios, ocasiona pérdidas por $17 billones de pesos anuales y, por otro lado, impacta al medio ambiente, específicamente ríos y seres vivos que habitan en ellos debido a las colillas de cigarrillo: solo una colilla puede contaminar mil litros de agua, es decir la cantidad de agua que necesitan 10 personas al día para vivir. También, el humo de segunda mano perjudica tanto a las personas como a los animales de compañía porque aumenta su riesgo de enfermedades respiratorias y de cáncer.

 

Razones para crear un nuevo impuesto a los cigarrillos electrónicos o vapeadores en Colombia

Elevar las tasas del impuesto al tabaco es una medida de comprobada eficacia a nivel mundial, que logra salvar millones de vidas, reducir la pobreza e incrementar los recursos internos del país para financiar el desarrollo.

Las siguientes recomendaciones se basan en: el vacío tributario, en el caso de los cigarrillos electrónicos o ‘vapeadores’, la baja carga fiscal de los cigarrillos tradicionales versus su alto costo económico, la pérdida de vidas, y el impacto en la salud y la calidad de vida de los colombianos; el bajo costo de los cigarrillos en Colombia, comparado con otros países de la región; y la alta asequibilidad de estos productos, principalmente para los niños y jóvenes.

Estas razones que se exponen a continuación están basadas en evidencia científica, libre de conflicto de interés, que respaldan el Proyecto de Ley 274/2020 de Cámara , a partir de una experiencia acumulada por décadas de implementación y evaluación en países tanto de ingresos altos, como medios y bajos:

  1. Se evitarán 445 mil muertes prematuras y 16 mil casos de muertes por exposición al humo de segunda mano.
  2. Se prevendrá una avalancha de cáncer en Colombia.
  3. Se recaudará hasta 1 billón de pesos adicionales, recursos que se pueden invertir en programas sociales y de atención a la salud.
  4. Se logrará que un millón de personas dejen de fumar.
  5. Se recaudará considerablemente 17 billones de pesos que gasta el país cada año por atención de enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
  6. Se reducirá la brecha del precio del cigarrillo en Colombia frente a otros países, puesto que continúa siendo uno de los más bajos de la región.
  7. Se abrirán nuevas oportunidades para combatir el comercio ilícito de cigarrillos que, en el país, es moderado.
  8. Se protegerá a niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
  9. Se evitará mayor pobreza y desigualdad.
  10. Se cuidará el medio ambiente.

Conozca cómo se sustentan estas 10 razones en este link: https://bit.ly/3pJAlRV

 

 

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COVID-19: un obstáculo para el control mundial del tabaco, pero que podemos superar

La pandemia de COVID-19 ha sido un importante disruptor en la salud pública mundial y continúa teniendo efectos significativos y duraderos en los entornos sociales y económicos en los que vivimos y trabajamos. Al mismo tiempo, el consumo de tabaco mata a más de 8 millones de personas en todo el mundo cada año, una pandemia que avanza lentamente en sí misma, imponiendo enormes costos económicos y de salud a la sociedad y exacerbando gravemente los desafíos que enfrentan los gobiernos al tratar de abordar los costos sanitarios y económicos de la Pandemia de COVID-19. Anualmente, el consumo de tabaco cuesta a las economías del mundo más de 1,4 billones de dólares en gastos de atención de la salud y pérdida de productividad. Seguir leyendo

Industria tabacalera quiere promover en Colombia regulaciones a la medida de sus intereses

En el marco de la audiencia pública sobre el Proyecto de Ley 493 de 2020, en discusión en el Congreso de la República de Colombia, expertos en ciencias de la salud, en políticas públicas, organizaciones de la sociedad civil y entidades del gobierno colombiano como el INVIMA, y los ministerio de Salud y Protección Social, y de Industria y Comercio, presentaron sus conceptos en torno a esta iniciativa que busca regular “los productos de administración de nicotina y sin nicotina y se dictan otras disposiciones”. Seguir leyendo

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